El papel de la prospectiva en la ecología y el medio ambiente.
Por: Consultor en Negocios Amigables con el Ambiente
Para desentrañar el papel de la prospectiva en la ecología y el ambiente es conveniente definir los conceptos de prospectiva y la ecología. Al intentar una definición de los conceptos de una ciencia o disciplina del conocimiento, es pertinente señalar que las definiciones propuestas no agotan la esencia, el sentido y el significado del término que tiene por objeto definir, lo que indica que la definición puede servir a otros enfoques del tema, pero sobre todo para el objetivo fijado, una vez hecha esta consideración, se ofrecen las siguientes definiciones.
Ecología: Propuesta 1. La ecología es el estudio de la relación entre los organismos vivos y su medio ambiente o la distribución y abundancia de los seres vivos, y cómo esas propiedades son afectadas por la interacción entre los organismos y su medio ambiente. El ambiente incluye las propiedades físicas que pueden ser descritas como la suma de factores abióticos locales como el clima y la geología, y otros organismos que comparten ese hábitat (factores bióticos).
Propuesta 2. Es la ciencia que estudia las complejas relaciones entre los organismos vivos y su medio ambiente, la determinación de cómo estas relaciones complejas mantienen el delicado equilibrio de la vida.
Prospectiva. Propuesta 1. Según Gaston Berger, la prospectiva es una disciplina que estudia el futuro para comprenderlo e influir en él.
Propuesta 2. La prospectiva es el aprendizaje de la distancia, la negativa a mantener el molde y en tal sentido romperlo, para encontrar las coordenadas del futuro, teniendo como plataforma y el motor de recorrido, la voluntad que tienen los actores para construir a partir de la estrategia creativa e innovadora, un futuro deseado, buscando con todos y por todos los medios que dicho futuro sea más probable que otras opciones de futuro. (Rivas, 2005).
Propuesta 3. La prospectiva pretende construir el futuro y se anticipa a la configuración de un futuro deseable, a continuación, reflexiona sobre el futuro imaginado, esto para una mejor integración en la situación real, para actuar con mayor eficacia y para orientar nuestro desarrollo en adelante hacia el futuro que se ha objetivado como deseable; la prospectiva se propone que el futuro deseable sea la opción más probable para el futuro.
Las generaciones pasadas nos dejaron problemas ambientales de grandes proporciones, es decir, la deuda de los pasivos ambientales acumulados por muchos años (1) La degradación ambiental: El agotamiento de la capa de ozono, el cambio climático (causado por los seres humanos), la lluvia ácida, los vertederos ilegales que son el caldo de cultivo para la aparición de diferentes tipos de enfermedades y la contaminación consecuente, (2) la explotación despiadada de los recursos naturales, la desaparición de especies con resultados irreversibles para el delicado equilibrio ecológico, la disminución sustancial de los recursos naturales esenciales para el planeta, poniendo en riesgo la continuidad de la vida de las generaciones futuras.
En medio de este escenario, el ser humano, reaccionó y comenzó de forma eventual a diseñar e implementar medidas que podrían compensar, mitigar, reducir y minimizar los impactos sobre el medio ambiente, emprendiendo una tarea difícil en los aspectos tecnológicos, sociales y ambientales.
Como quiera que se han creado productos, procesos, maquinaria, equipo y materiales para solucionar los problemas medioambientales que implican graves consecuencias ecológicas, la operación de estos elementos deberían tener un resultado por lo menos cercano a la ecoeficiencia; sin embargo, las empresas, los individuos y los Estados deben entender que la mayoría de estos esfuerzos sólo se han estado aplicando a la solución de los problemas existentes, es decir, para remediar el daño causado al medio ambiente.
Sin embargo, el progreso en la creación de productos, procesos, materiales, equipos y materiales para resolver los problemas ambientales se han tomado como patente de corso para seguir contaminando, dañando el medio ambiente y el saqueo sin piedad de los recursos naturales bajo el pretexto de que posiblemente se puede evitar, compensar o mitigar.
En este sentido, debemos identificar las actitudes que adoptan los seres humanos en diferentes situaciones.
Pasividad: La actitud del avestruz es renunciar a ver el mundo tal como es, hasta que los efectos vienen y causan estragos sin que se pueda hacer casi nada.
Reactividad: Esta es esperar a que el desastre o que las cosas sucedan para hacerles frente. Esta es una actitud arriesgada. Es como la extinción de incendios.
Es el trabajo realizado por las oficinas de atención/respuesta a desastres en diferentes países. En el ámbito del medio ambiente no tenemos otra alternativa que tomar acciones para reparar y / o mitigar los daños, sabemos que las consecuencias son desastrosas y, a menudo ninguna acción podría equilibrar las cosas, dado que los efectos pueden ser irreversibles. La irreversibilidad es la principal fuerza impulsora de los Negocios Amigables con el Ambiente, no hay nada que exija una acción más coherente en el presente, que saber que los daños causados al medio ambiente pueden ser irreversibles.
Pre-activa: En esta actitud el ser humano avizora (prevé) lo que se viene y se prepara para eso, busca adelantar acciones para cuando llegue la situación, el impacto sea mínimo.
Proactividad: En esta actitud el ser humano, es activo a futuro, él prevé la situación, pero a través de la acción busca cambiar el rumbo de las cosas: ponerlas a su favor o hacer que sean diferentes, es adelantarse al futuro probable y construir un estado de cosas que le permita tener el control de las reglas de Juego. Es la actitud de anticipación de las amenazas y oportunidades que se anuncian en el horizonte con el fin de corregir la ruta sin por ello abandonar el rumbo. Además de prepararse para minimizar el impacto, en la acción proactiva el ser humano busca ubicarse en una posición desde la cual tenga posibilidad de maniobrar y no ser sorprendido. Es provocar los cambios, y no solamente prepararse para enfrentarlos.
El ser humano proactivo se pregunta ¿Que está causando los cambios? ¿Qué está generando la contaminación o el deterioro ambiental?, de esa manera va resolver desde la causa, no solo se prepara para hacerle frente, sino que va a la raíz del problema para no tener que hacerle frente en el futuro.
En medio de este contexto, existe una gran preocupación en muchos círculos científicos, académicos y estatales, en el sentido de que las acciones en pro del ambiente en el siglo XX y aun en el XXI, están fuertemente influenciadas por un enfoque reactivo. En este sentido, James Hansen, director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales, un notable experto del clima en la NASA, dijo que "las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera ya alcanzaron un nivel peligroso" (El Tiempo, 11 de abril de 2008, Página 1 -19), Hassen argumentó que " Ni las metas más exigentes para luchar contra el cambio climático establecidas por la Unión Europea, son suficientes, y de hecho no se podrá evitar el desastre.
Esto habla de una actitud que es apenas suficiente para una acción reactiva, la mayoría de las acciones para contener el cambio climático ponen énfasis en la actitud reactiva, enfocada en resolver algunos pasivos ambientales, evidentes en un medio ambiente degradado heredado de generaciones anteriores, a este respecto es preciso preguntarse ¿Cómo lidiar con el impacto ambiental de los últimos años, en el presente y el futuro, si sólo estamos resolviendo lo que hemos heredado de siglos anteriores?.
Hassen continúa: " Los cálculos actuales responden a esquemas de política económica de las grandes potencias, y que para evitar una hecatombe planetaria es necesario adoptar medidas mucho más radicales " ¿A qué se refiere Hassen cuando dice que se requieren medidas mucho más radicales?, ¿se refiere a las acciones proactivas, tal vez al estilo de Paul Gunter, con su iniciativa de cero emisiones?, probablemente sí. Aquí es donde se convierte en relevante la prospectiva, como una herramienta para proponer y hacer posibles soluciones de fondo para el medio ambiente, no para resolver los problemas heredados de las generaciones pasadas, sino que va mas allá; es necesario para correr la segunda milla, como dijo Jesús de Nazaret.
Tenemos que centrarnos en la solución de fondo que consiste en ir a la causa del problema y actuar de manera que en lugar de remediar, se pueda eliminar la emisión/contaminación; en vez de determinar un nivel de mínimo de emisión lleguemos a emisión cero. Esto sólo es posible si pasamos de la visión reactiva a una que sea más acorde con "nuestro futuro común", para usar las palabras de la Sra. Gro Harlem Brundtland (1987). Esta es la actitud proactiva.
La prospectiva nos dice qué podemos construir un mundo en el que podamos vivir todos; donde nosotros y nuestras futuras generaciones estemos en un medio ambiente adecuado, un estado de cosas armoniosas, que privilegie las relaciones de amistad con la naturaleza, por eso la ecología debe ser eminentemente prospectiva.
No hay garantía que el delicado equilibrio natural se mantenga a menos que tengamos una actitud proactiva. La prospectiva viene a continuación, a ser, una disciplina auxiliar de la ecología, la ecología no puede mantener el delicado equilibrio de la vida a menos que los ejercicios de prospectiva se incorporen a la planificación del desarrollo a nivel mundial, nacional y local.
La actitud de muchas industrias que creen haber resuelto el problema ambiental mediante el pago por contaminar (según principio del que contamina paga, entendido equivocadamente) no es coherente con nuestra realidad actual. Las multas por contaminar son herramientas tardías, porque cuando una especie se extingue, o se pierde una vida, la gente muere, o el daño irreversible afecta a un ecosistema, ya no hay dinero que valga la pena, ninguna acción posterior podrá ser efectiva.
Es necesario violentar la connotación que ha adquirido el principio de que “quien contamina paga”, porque esto ha sido entendido como: "Usted puede contaminar, si paga", es necesario reformular el principio en su aplicación y que a partir de ahora digamos "no puedo pagar los costos de la contaminación (son invaluables)", entonces es mejor no contaminar porque el costo de la contaminación supera los beneficios obtenidos por ella y esto no sólo porque los costos se definen en cantidades económicas sumamente altas, sino debido a que implican costos sociales y efectos ecológicos que puede tener consecuencias imprevistas y resultados irreversibles e irreparables.
En este sentido, la prospectiva nos mueve hacia las coordenadas en las que podamos encontrar vías de futuro plausible para que las actitudes de los individuos, los negocios y el enfoque del Estado privilegien las actividades, procesos, productos y servicios que no contaminen, para evitar tener que remediar en el futuro; y para los casos en que ya se haya contaminado, se garantice la reparación de daños que constituyen pasivos ambientales; ese era el espíritu del principio 16 de la Agenda 21, Declaración de Río, y se explica de esta manera: "Aquellos que han contaminado deben pagar" Sin embargo, hay que tomar acciones para evitar actos posteriores de la contaminación, la degradación y deterioro, esto supone un esfuerzo de largo alcance que va más allá del análisis tradicional y se sitúa en consideraciones específicas del futuro, no para llevar a cabo allí, sino para poner en práctica las acciones de hoy en un intento de producir un estado de cosas diferentes para el futuro.
En las condiciones actuales, el ser humano con toda su maquinaria e infraestructura, donde pone su mano (acción humana) degrada y contamina; necesitamos mover las potencias del alma, la voluntad de los actores del desarrollo, y reorientar la ciencia, para que en los próximos años todo lo que toquemos se mantenga o llegue a ser verde de inmediato, o al menos para empiece a ser verde. Hoy más que ayer, es necesario desarrollar una prospectiva ecológica /ambiental.